Catí

Escondido entre dos valles se encuentra el municipio de Catí, donde la pujanza, que le otorgó el comercio de la lana y la ganadería durante la Edad Media, ha dejado buena muestra de la arquitectura de la época en su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico Artístico , así como Bien de Interés Cultural. Una gran riqueza patrimonial y monumental sorprende al viajero en esta villa. Los numerosos escudos y emblemas nobiliarios adornan los edificios religiosos y las casas señoriales del casco histórico.

La Lonja de Catí o Casa de la Vila fue edificada entre 1417 y 1437. Es la construcción más emblemática de la población y en la actualidad alberga un centro de interpretación sobre su historia. Destinada a albergar las reuniones del Consell de Catí en su planta noble, el resto del edificio sirvió de cárcel en sus bajos, de Lonja de mercado a nivel de la calle Mayor y de depósito de trigo en la parte alta posterior.

El conjunto de este edificio es una joya del gótico civil levantino, destacando sus ventanas góticas ajimezadas, sus techos de madera, los siete arcos interiores que configuran un gran espacio cubierto como lonja y el suelo empedrado de su planta noble. En la ‘Sala’ se conservan unas primitivas pinturas y esbozos que desvelan motivos usuales de la época l, relacionados con los continuos saqueos que sufría la costa del Maestrat en la Edad Media y que constituía el eje central de la mayoría de los debates que se organizaban en esta sala.

Uno de los lugares enigmáticos de Catí, y que más visitas atrae, es la ermita de la Mare de Déu de l’Avellà o Emita de l’Avellà. En el interior de la Ermita de l’Avellà encontramos una exuberancia decorativa que, desde la misma entrada, está ornamentada con dorados y pinturas al fresco realizadas en 1737 obra del artista de Sant Mateu, Pasqual Mespletera, quien también decoró la Capilla de la Comunión de la iglesia de Catí.

Además, es un lugar conocido históricamente por la bondad de sus aguas. El Agua de l’Avellà se extrae del conocido manantial del mismo nombre, ya apreciado por los árabes. Hay constancia documental de la existencia de la fuente desde hace más 300 años. Fue declarada de utilidad pública en 1928. El Centro de Interpretación del Agua de l’Avellà pone en valor la importancia del líquido elemento para el ecosistema de Catí, sin duda su principal recurso natural.

Este museo descubre la legendaria historia de la fuente que era ya conocida por los musulmanes. El agua que brota de una manantial de roca calcárea, donde la tradición oral sitúa la milagrosa aparición de la Mare de Déu de l’Avellà, fue declarada de utilidad pública en 1928 y posee grandes propiedades para el organismo.